Días pasados, en oportunidad de la elección de Intendente Municipal, en una ciudad cercana a nuestro Noetinger, me toco presenciar un acto que les confieso no me asombró, pero si me impactó y lo sentí como un insulto a una vida dedicada a la política en forma digna, honorable y desinteresada. Un grupo de jóvenes estaban prestas para concurrir a emitir su voto y se preguntaban una a otra a quien votarían, sin evaluar, obviamente, ninguna cuestión culminante.
Esta confesión me pone a tiro de ser tildado de ingenuo ya que es normal, mas aún en estos días, escuchar; “¡no se si ir a votar!”, “¡son todos iguales!”, “¡son todos corruptos!”, etc. Me pregunto por qué este desinterés, por qué esta indiferencia. Seria bueno preguntarnos si alguna vez como sociedad hemos hecho la autocrítica punzante, aguda, sobre nuestro proceder o será que adoptamos la posición más sencilla del no compromiso. Seguramente que me hubiese resultado mucho más cómodo y redituable sumarme a las voces del desánimo y no correr el riesgo de que mi opinión sea tildada de abstracta, no obstante trataré de buscar explicaciones.
Es evidente que a nuestro pueblo le gusta vivir en democracia; es democrático. Pero por error o desconocimiento creemos que allí se termina todo nuestro compromiso para no caer en viejas y tristes prácticas despóticas.
Concurrimos a votar, lo tildamos de día trascendente, hasta se suele señalar como día histórico, especialmente por la prensa, y estamos convencidos que allí se agota nuestra obligación con la democracia, sin evaluar que esta solamente constituye una forma de elegir pacíficamente, sin opresiones, a nuestros representantes, a nuestros gobiernos, pero que por sí sola es insuficiente, es necesario además; la REPÚBLICA.
La República es la única forma de gobierno que nos garantiza los derechos civiles, los derechos políticos, los derechos humanos, la división de poderes, la igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, etc. La falta de ejercicio republicano da lugar a la incubación de una autocracia; un gobierno autoritario en el cual la voluntad de una sola persona es ley suprema.
Hace ya años vemos como se reemplaza; la ley por los decretos de necesidad y urgencia, el poder legislativo por el ejecutivo, verdaderos planes de inclusión social, que dignifiquen, por la dádiva y el asistencialismo, se suplen verdaderos planes de educación por meros discursos rimbombantes y así podría llenar hojas con los efectos nefastos de la falta de ejercicio republicano. Un sistema de gobierno republicano es el único remedio capaz de curar los desatinos que golpearon y golpean a nuestro país.
Para salir de nuestro desánimo es necesario que nos convenzamos que somos poderosos, que empuñamos el más poderoso de los instrumentos: el VOTO; siempre y cuando lo ejerzamos con responsabilidad, evitando la emisión por conveniencias coyunturales, buscando el equilibrio e informándonos de la ética de quienes se postulan y de sus propuestas, de otra forma estaremos condenados a convivir con profesionales de la política, con omnipotentes y corruptos.
La alternativa es sin dudas una DEMOCRACIA REPUBLICANA que es la forma de gobierno prevista en nuestra Carta Magna: la CONSTITUCION.
Esta confesión me pone a tiro de ser tildado de ingenuo ya que es normal, mas aún en estos días, escuchar; “¡no se si ir a votar!”, “¡son todos iguales!”, “¡son todos corruptos!”, etc. Me pregunto por qué este desinterés, por qué esta indiferencia. Seria bueno preguntarnos si alguna vez como sociedad hemos hecho la autocrítica punzante, aguda, sobre nuestro proceder o será que adoptamos la posición más sencilla del no compromiso. Seguramente que me hubiese resultado mucho más cómodo y redituable sumarme a las voces del desánimo y no correr el riesgo de que mi opinión sea tildada de abstracta, no obstante trataré de buscar explicaciones.
Es evidente que a nuestro pueblo le gusta vivir en democracia; es democrático. Pero por error o desconocimiento creemos que allí se termina todo nuestro compromiso para no caer en viejas y tristes prácticas despóticas.
Concurrimos a votar, lo tildamos de día trascendente, hasta se suele señalar como día histórico, especialmente por la prensa, y estamos convencidos que allí se agota nuestra obligación con la democracia, sin evaluar que esta solamente constituye una forma de elegir pacíficamente, sin opresiones, a nuestros representantes, a nuestros gobiernos, pero que por sí sola es insuficiente, es necesario además; la REPÚBLICA.
La República es la única forma de gobierno que nos garantiza los derechos civiles, los derechos políticos, los derechos humanos, la división de poderes, la igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, etc. La falta de ejercicio republicano da lugar a la incubación de una autocracia; un gobierno autoritario en el cual la voluntad de una sola persona es ley suprema.
Hace ya años vemos como se reemplaza; la ley por los decretos de necesidad y urgencia, el poder legislativo por el ejecutivo, verdaderos planes de inclusión social, que dignifiquen, por la dádiva y el asistencialismo, se suplen verdaderos planes de educación por meros discursos rimbombantes y así podría llenar hojas con los efectos nefastos de la falta de ejercicio republicano. Un sistema de gobierno republicano es el único remedio capaz de curar los desatinos que golpearon y golpean a nuestro país.
Para salir de nuestro desánimo es necesario que nos convenzamos que somos poderosos, que empuñamos el más poderoso de los instrumentos: el VOTO; siempre y cuando lo ejerzamos con responsabilidad, evitando la emisión por conveniencias coyunturales, buscando el equilibrio e informándonos de la ética de quienes se postulan y de sus propuestas, de otra forma estaremos condenados a convivir con profesionales de la política, con omnipotentes y corruptos.
La alternativa es sin dudas una DEMOCRACIA REPUBLICANA que es la forma de gobierno prevista en nuestra Carta Magna: la CONSTITUCION.
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