Nuestros gobiernos, sin distinción de ideologías o rótulos, están apegados a las noticias ostentosas en lo que a educación se refieren.
No hace mucho tiempo se terminaba con la tan promocionada Ley Federal de Educación, reemplazándola por la Ley de Educación Nacional, sancionada con la parafernalia adecuada, luego de un pretendido debate público planteado sobre temas con respuestas obvias, como pueden ser; ¿la educación es la base de una sociedad más justa?, ¿pretendemos gozar de una educación de calidad?, ¿pretendemos los padres gozar del derecho a participar en la educación de nuestros hijos?
Pocos días atrás se nos consultaba, como padres, sobre le conveniencia que nuestros hijos reciban educación sexual, tema difícil y hasta tabú, aun en los días que corren, pero puesto, el tema, en manos de especialistas bienvenido sea. Pero al fijar mi posición sobre el tema alerte; cuidado con resignar horas en detrimento de lengua, matemáticas, ciencias; mi temor se vio confirmado en una nota del diario La Nación de fecha 13 de Noviembre pasado y titulada “Matemáticas y ciencias, los puntos débiles de la escuela”.
Si las autoridades no quieren que pensemos que fuimos víctimas de un nuevo engaño deberán hacer algo de lo dicho por ellos mismos y contar, en las cuarenta mil escuelas que cobijan a diez millones de alumnos, en todo el país, con buenas bibliotecas, laboratorios de idioma, equipamiento para la enseñanza de las ciencias, equipamiento para la educación física y la educación artística, computadoras.
Pareciera que no corresponde mezclar lo intelectual, lo moral con lo material pero no hay dudas que resulta fundamental para empezar a encontrarle soluciones prácticas a tantos catálogos de buenas intenciones.
La nueva Ley prevé alcanzar en el año 2010 una inversión anual del 6% del PBI (total de bienes y servicios producidos por un país). Esto transformado en cifras significaría, para todo el año 2007, une cifra aproximada a los 45 mil millones de pesos, cifra nunca alcanzada y que nos colocaría entre los primeros treinta países del mundo en inversión en EDUCACIÓN, muy lejos del puesto cincuenta, aproximadamente, que ostentamos a la fecha.
Les confieso que la información pública es intrincada, confusa, enredada, por lo que va a resultar de muy difícil comprobación la meta prometida, pero debemos agotar los medios ciudadanos para lograr que se nos rinda cuentas, mucho me temo que hay argentinos que nos les interesa que logremos índices similares a los de los países desarrollados.
Luis A. Sigifredo
No hace mucho tiempo se terminaba con la tan promocionada Ley Federal de Educación, reemplazándola por la Ley de Educación Nacional, sancionada con la parafernalia adecuada, luego de un pretendido debate público planteado sobre temas con respuestas obvias, como pueden ser; ¿la educación es la base de una sociedad más justa?, ¿pretendemos gozar de una educación de calidad?, ¿pretendemos los padres gozar del derecho a participar en la educación de nuestros hijos?
Pocos días atrás se nos consultaba, como padres, sobre le conveniencia que nuestros hijos reciban educación sexual, tema difícil y hasta tabú, aun en los días que corren, pero puesto, el tema, en manos de especialistas bienvenido sea. Pero al fijar mi posición sobre el tema alerte; cuidado con resignar horas en detrimento de lengua, matemáticas, ciencias; mi temor se vio confirmado en una nota del diario La Nación de fecha 13 de Noviembre pasado y titulada “Matemáticas y ciencias, los puntos débiles de la escuela”.
Si las autoridades no quieren que pensemos que fuimos víctimas de un nuevo engaño deberán hacer algo de lo dicho por ellos mismos y contar, en las cuarenta mil escuelas que cobijan a diez millones de alumnos, en todo el país, con buenas bibliotecas, laboratorios de idioma, equipamiento para la enseñanza de las ciencias, equipamiento para la educación física y la educación artística, computadoras.
Pareciera que no corresponde mezclar lo intelectual, lo moral con lo material pero no hay dudas que resulta fundamental para empezar a encontrarle soluciones prácticas a tantos catálogos de buenas intenciones.
La nueva Ley prevé alcanzar en el año 2010 una inversión anual del 6% del PBI (total de bienes y servicios producidos por un país). Esto transformado en cifras significaría, para todo el año 2007, une cifra aproximada a los 45 mil millones de pesos, cifra nunca alcanzada y que nos colocaría entre los primeros treinta países del mundo en inversión en EDUCACIÓN, muy lejos del puesto cincuenta, aproximadamente, que ostentamos a la fecha.
Les confieso que la información pública es intrincada, confusa, enredada, por lo que va a resultar de muy difícil comprobación la meta prometida, pero debemos agotar los medios ciudadanos para lograr que se nos rinda cuentas, mucho me temo que hay argentinos que nos les interesa que logremos índices similares a los de los países desarrollados.
Luis A. Sigifredo
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