Leyendo el libro “Reflejos del pasado” de Mario Penna, descubro que el primer movimiento vecinal surge, durante el acto democrático-institucional fundador de nuestra municipalidad, como Unión Comunal y entonces me puse a revisar cuanta historia hay detrás de los movimientos vecinales de Noetinger.
Por ello me pareció razonable preguntarme; ¿desapareció la Unión Vecinal de Noetinger?, ¿qué fue?, ¿cómo actuó la Unión Vecinal?
No seria para nada preocupante la subsistencia como partido político, con la legislación imperante para ellos, consideremos que bastan tan solo cincuenta ciudadanos, una familia, para constituir una agrupación política y hasta ponerle el nombre más “marketinero” soñado, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas. Estas últimas elecciones fueron un verdadero carnaval de “sellos de goma” disfrazados de agrupaciones políticas que podrían perseguir inmensurables objetivos.
No sería la forma adecuada elegida para revivir, me gustaría hacerlo por un clamor de apego a la Ley, de ajuste a las normas de la moral (austeridad), a la división de los poderes, al acceso a la administración pública por concurso, de sobreponer las convicciones a las conveniencias y tantos otros principios que supimos defender con suerte variada.
Se viene declamando la necesidad de sentarnos todos a una mesa para luchar por Noetinger, me pregunto y le pregunto estimado lector, alguien se opondría a semejante objetivo, creo que no, por lo tanto lo planteado se vuelve una perogrullada, una obviedad. Aunque les confieso haber sentido el peso del descontento, de la molestia; al presentar por los carriles normales; un planteamiento por una traba que puede llegar a obstaculizar, en lo inmediato, el proyecto gas natural y allí tuvimos la oportunidad de sentarnos a la misma mesa, pero primaron las actitudes descalificativas y egoístas.
No debimos tolerar un proceso electoral sin debate profundo, sustancioso. Se esquivó discutir las cosas trascendentes reemplazándolas por las que de última son responsabilidades de la provincia o de la nación, en este novedoso unitarismo que estamos viviendo y al cual nos encontramos sometidos.
Habría que haber debatido, y a la vez informar a una ciudadanía desmotivada pero no responsable de tal actitud, sobre los recursos municipales, un 80% de los cuales se encuentra afectados a gastos de funcionamiento o para que no haya dudas a “gastos fijos”, sobre los controles a efectuar, sobre el ánimo de los industriales, sobre las funciones de los cuerpos colegiados y así se podrían llenar páginas de prioridades a discutir en lugar de roles personales intrascendentes.
Me siento satisfecho y el sentido del deber cumplido, me considero un referente de la Unión Vecinal de Noetinger, junto a amigos que compartimos esta verdadera doctrina que nos guía, esperando se nos considere para compartir un lugar en la mesa de debate, sin concesiones sino estaríamos desperdiciando una nueva oportunidad caracterizada por la bonanza económica del estado.
Por ello me pareció razonable preguntarme; ¿desapareció la Unión Vecinal de Noetinger?, ¿qué fue?, ¿cómo actuó la Unión Vecinal?
No seria para nada preocupante la subsistencia como partido político, con la legislación imperante para ellos, consideremos que bastan tan solo cincuenta ciudadanos, una familia, para constituir una agrupación política y hasta ponerle el nombre más “marketinero” soñado, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas. Estas últimas elecciones fueron un verdadero carnaval de “sellos de goma” disfrazados de agrupaciones políticas que podrían perseguir inmensurables objetivos.
No sería la forma adecuada elegida para revivir, me gustaría hacerlo por un clamor de apego a la Ley, de ajuste a las normas de la moral (austeridad), a la división de los poderes, al acceso a la administración pública por concurso, de sobreponer las convicciones a las conveniencias y tantos otros principios que supimos defender con suerte variada.
Se viene declamando la necesidad de sentarnos todos a una mesa para luchar por Noetinger, me pregunto y le pregunto estimado lector, alguien se opondría a semejante objetivo, creo que no, por lo tanto lo planteado se vuelve una perogrullada, una obviedad. Aunque les confieso haber sentido el peso del descontento, de la molestia; al presentar por los carriles normales; un planteamiento por una traba que puede llegar a obstaculizar, en lo inmediato, el proyecto gas natural y allí tuvimos la oportunidad de sentarnos a la misma mesa, pero primaron las actitudes descalificativas y egoístas.
No debimos tolerar un proceso electoral sin debate profundo, sustancioso. Se esquivó discutir las cosas trascendentes reemplazándolas por las que de última son responsabilidades de la provincia o de la nación, en este novedoso unitarismo que estamos viviendo y al cual nos encontramos sometidos.
Habría que haber debatido, y a la vez informar a una ciudadanía desmotivada pero no responsable de tal actitud, sobre los recursos municipales, un 80% de los cuales se encuentra afectados a gastos de funcionamiento o para que no haya dudas a “gastos fijos”, sobre los controles a efectuar, sobre el ánimo de los industriales, sobre las funciones de los cuerpos colegiados y así se podrían llenar páginas de prioridades a discutir en lugar de roles personales intrascendentes.
Me siento satisfecho y el sentido del deber cumplido, me considero un referente de la Unión Vecinal de Noetinger, junto a amigos que compartimos esta verdadera doctrina que nos guía, esperando se nos considere para compartir un lugar en la mesa de debate, sin concesiones sino estaríamos desperdiciando una nueva oportunidad caracterizada por la bonanza económica del estado.
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