Difícil ser candidato no oficialista en el próximo turno electoral. A las ya conocidas prácticas clientelisticas debemos agregar un elemento externo, el centralismo impuesto por el presidente Kirchner para el manejo de los recursos públicos. Esto deja pocas opciones, a los candidatos, o se es justicialista, que no es malo, o se es “K”, este nuevo termino incorporado al diccionario político, sinónimo de obsecuencia, sometimiento y en el mejor de los casos de necesidad.
El gobierno nacional amparado; por índices económicos muy buenos y por la creación de nuevos y gravosos impuestos que no coparticipa, siendo mas claro que no reparte con las provincias y por ende con las municipalidades, dispone de una CAJA fabulosa que maneja con total arbitrariedad, dando lugar a un sistema autocrático (en el cual la voluntad de una sola persona es ley) y a un nepotismo, que el propio señor presidente reconoce cuando nos anuncia que se votara a un pingüino o un pingüina.
Cuantas veces hemos repetido en la escuela, lo más probable sin llegar a entender la importancia de lo que decíamos, “la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según establece la presente constitución”, es nada menos que el primer artículo de nuestra Constitución, que hoy se encuentra claramente vulnerado al no darle un tratamiento federal al reparto de los dineros público.
Debemos establecer un verdadero sistema federal. Esto implica dictar una ley de coparticipación federal que independice a los gobernadores e intendentes de la chequera del gobierno central.
Si existiera un verdadero federalismo fiscal, los intendentes que se excedieran en el gasto público tendrían que poner la cara ante los ciudadanos, que están muy cerca de él, y decirles que tiene que aumentar los impuestos, y esto los obligaría a la racionalidad y transparencia en las decisiones.
Si lográramos un pleno federalismo ganaríamos en libertad, valoraríamos con otros parámetros la gestión de un intendente, los partidos políticos dejarían de ser simples instrumentos electorales vacíos de contenido y participación social.
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