Resulta llamativo, y seguramente pocas veces analizado, que el partido mayoritario de la alianza gobernante, en la provincia de Córdoba, haya obtenido un escuálido 10,39%, completando el guarismo final, de la alianza, con el voto de alguno de sus insólitos aliados, como por ejemplo; el partido Recrear, fundado oportunamente por el Dr. López Murphy; partido Primero la Gente, agrupación férreamente opositora a la candidatura del contador Schiaretti, en las elecciones del 2 de Setiembre del 2007, y sigue la lista incomprensible por donde se la mire.
Actitud propia de un sistema que muestra como estrategia electoral saliente buscar la confusión de desprevenidos y mal informados electores. A cambio, los presta sellos de goma, reciben notorios puestos públicos o se les garantiza la subsistencia jurídica que resulta rentable política y/o económicamente.
No hace mucho tiempo y mostrando una conducta vanguardista, supuestamente inigualable, el gobierno de la Provincia de Córdoba nos anunciaba la sanción de un Régimen Jurídico para los Partidos Políticos que entre sus consideraciones generales dispuso que “quedan prohibidas las sumatorias de candidaturas de una misma persona en diferentes partidos…”.
A pesar de la revolución electoral sancionada por la alianza oficialista, en el distrito, sumó nueve boletas integradas por las mismas personas y para no ser menos eficientes, el mismo partido gobernante en la Nación, ofertó cuatro opciones.
Corro el riesgo de ser fuerte y rápidamente rebatido con el argumento que esta disposición tiene alcance a nivel provincial y no en instancias federales. Pues bien, ¿y las convicciones progresistas, que originaron la norma, donde quedaron?
Todo indica que se trocaron las convicciones por la conveniencia de contar con la mayor cantidad de boletas posibles en el cuarto oscuro haciendo uso y abuso de la inexplicable fobia que genera el lugar a los ingenuos electores.
El mismo régimen prevé dictar una ley especial que reglamentará las elecciones internas para elegir los postulantes a cargos electivos. Es de esperar que esta obligación constitucional y promesa legal se cumpla y no termine siendo otro enunciado marketinero, a los que nos tienen acostumbrado los gobernantes.
En la Argentina están autorizados a funcionar 713 partidos políticos, mientras en la provincia de Córdoba 46 son las agrupaciones políticas reconocidas. Cantidad extravagante para cualquier país moderno, con reglas políticas transparentes. Pareciera que estamos rindiendo culto a la teoría del fin de las ideologías.
Al analizar los tipos de partidos existentes, en el mundo, Otto Kirchheimer, Richard Gunther o Larry Diamond, todos destacados politólogos globales, sostienen que existen partidos electoralistas, escoba o atrapatodo, resaltando entre algunas de sus características distintivas: discurso ideológico flexible que le permita captar el voto, se movilizan solo en las campañas electorales, no hay una actividad permanente, financiación por medio de los grupos de interés y a través de fondos públicos.
Cualquier parecido con los partidos políticos argentinos es pura casualidad.
Actitud propia de un sistema que muestra como estrategia electoral saliente buscar la confusión de desprevenidos y mal informados electores. A cambio, los presta sellos de goma, reciben notorios puestos públicos o se les garantiza la subsistencia jurídica que resulta rentable política y/o económicamente.
No hace mucho tiempo y mostrando una conducta vanguardista, supuestamente inigualable, el gobierno de la Provincia de Córdoba nos anunciaba la sanción de un Régimen Jurídico para los Partidos Políticos que entre sus consideraciones generales dispuso que “quedan prohibidas las sumatorias de candidaturas de una misma persona en diferentes partidos…”.
A pesar de la revolución electoral sancionada por la alianza oficialista, en el distrito, sumó nueve boletas integradas por las mismas personas y para no ser menos eficientes, el mismo partido gobernante en la Nación, ofertó cuatro opciones.
Corro el riesgo de ser fuerte y rápidamente rebatido con el argumento que esta disposición tiene alcance a nivel provincial y no en instancias federales. Pues bien, ¿y las convicciones progresistas, que originaron la norma, donde quedaron?
Todo indica que se trocaron las convicciones por la conveniencia de contar con la mayor cantidad de boletas posibles en el cuarto oscuro haciendo uso y abuso de la inexplicable fobia que genera el lugar a los ingenuos electores.
El mismo régimen prevé dictar una ley especial que reglamentará las elecciones internas para elegir los postulantes a cargos electivos. Es de esperar que esta obligación constitucional y promesa legal se cumpla y no termine siendo otro enunciado marketinero, a los que nos tienen acostumbrado los gobernantes.
En la Argentina están autorizados a funcionar 713 partidos políticos, mientras en la provincia de Córdoba 46 son las agrupaciones políticas reconocidas. Cantidad extravagante para cualquier país moderno, con reglas políticas transparentes. Pareciera que estamos rindiendo culto a la teoría del fin de las ideologías.
Al analizar los tipos de partidos existentes, en el mundo, Otto Kirchheimer, Richard Gunther o Larry Diamond, todos destacados politólogos globales, sostienen que existen partidos electoralistas, escoba o atrapatodo, resaltando entre algunas de sus características distintivas: discurso ideológico flexible que le permita captar el voto, se movilizan solo en las campañas electorales, no hay una actividad permanente, financiación por medio de los grupos de interés y a través de fondos públicos.
Cualquier parecido con los partidos políticos argentinos es pura casualidad.
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