LOS POBRES, ESA HIPOCRESÍA
por Luis A. Sigifredo
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Llevo la mitad de mi vida dedicado a la política o como más me gusta decir a la cosa pública.
En ese período puedo sostener que no he lucrado con fondos fáciles del estado y he sido motorizado por convicciones muy sólidas, las mismas que me han llevado a continuar transitando por el sendero independiente de la política.
He machacado sobre la necesidad de aprender a vivir en democracia, que no se agota en el día que asistimos a emitir nuestro voto guiado en la mayoría de los casos por el desánimo que guía a una sociedad desengañada por los acontecimientos por el accionar de la burocracia política.
Mi paradigma político es el sistema republicano tan maltratado y utilizado en innumerables y hermosos discursos sin correlación alguna con la realidad que nos toca vivir.
Es necesario exigir que funcione la división de poderes, no es posible que debamos tolerar decisiones sostenidas por tres o cuatro iluminados, una verdadera “troika” argentina, que logran someter, muchas veces con la caja, a nuestros parlamentarios verdaderos y únicos representantes del pueblo.
Resulta insoportable no ver movilizados a nuestros representantes quienes tan solo siete meses atrás se ofrecían como vendedores de la panacea hayan pasado a moverse a hurtadillas del pueblo.
El gobierno se resiste a encontrar una solución, al conflicto con el campo, en nombre de la distribución de la riqueza que no practica y que lamentablemente día a día genera nuevos pobres e indigentes que lastiman y avergüenzan a nuestra sociedad.
La argentina exhibe hoy un doloroso dato estadístico el 30% de los argentinos es pobre, eso significa que 12.000.000 de argentinos no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos y esto duele en lo más profundo, más aun cuando debemos tolerar que “monigotes” (acepción del Diccionario de la R.A.E.: Persona sin carácter, que se deja manejar por otros) del poder sostengan que perseguimos la “soberanía alimentaria”.
El gobierno sostiene que no duda en elegir a los pobres como motivadores de su accionar, en virtud de esto, pienso, que sería más provechoso, en lugar de seguir metiéndole la mano en el bolsillo a distintos sectores económicos, reducir el IVA a una canasta de alimentos que vería bajar sus precios y quedarían al alcance de esos pobres por quienes se rasgan las vestiduras.
Es necesario que nuestro gobierno le ponga freno al desmesurado e inconducente gasto público y genere un ahorro que se derrame entre los menospreciados conciudadanos de menores recursos y a la vez morigere los índices de inflación que solamente logrará aumentar el numero de carenciados en un país que sus autoridades sostienen está en condiciones de alimentar a quinientos millones de personas.
Estoy convencido que la democracia “es el peor sistema excepto todos los demás” para lograr vivir en libertad debe ser equilibrada en la composición de su poder legislativo y que somos los ciudadanos los únicos capaces de dotarla de tal condición mediante el VOTO.
Por eso nuestro sistema constitucional es sabio dándonos la posibilidad cada dos años de renovar nuestras cámaras legislativas dotándolas de, entre otras cosas, de equilibrio que mejorará nuestra participación en la DEMOCRACIA.
Les prometo brindarles datos que demostrarán como gasta el gobierno nuestros, repito, NUESTROS, recursos los de todos, incluidos los pobres por los que se sostiene estar dispuestos a dar la vida.
por Luis A. Sigifredo
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Llevo la mitad de mi vida dedicado a la política o como más me gusta decir a la cosa pública.
En ese período puedo sostener que no he lucrado con fondos fáciles del estado y he sido motorizado por convicciones muy sólidas, las mismas que me han llevado a continuar transitando por el sendero independiente de la política.
He machacado sobre la necesidad de aprender a vivir en democracia, que no se agota en el día que asistimos a emitir nuestro voto guiado en la mayoría de los casos por el desánimo que guía a una sociedad desengañada por los acontecimientos por el accionar de la burocracia política.
Mi paradigma político es el sistema republicano tan maltratado y utilizado en innumerables y hermosos discursos sin correlación alguna con la realidad que nos toca vivir.
Es necesario exigir que funcione la división de poderes, no es posible que debamos tolerar decisiones sostenidas por tres o cuatro iluminados, una verdadera “troika” argentina, que logran someter, muchas veces con la caja, a nuestros parlamentarios verdaderos y únicos representantes del pueblo.
Resulta insoportable no ver movilizados a nuestros representantes quienes tan solo siete meses atrás se ofrecían como vendedores de la panacea hayan pasado a moverse a hurtadillas del pueblo.
El gobierno se resiste a encontrar una solución, al conflicto con el campo, en nombre de la distribución de la riqueza que no practica y que lamentablemente día a día genera nuevos pobres e indigentes que lastiman y avergüenzan a nuestra sociedad.
La argentina exhibe hoy un doloroso dato estadístico el 30% de los argentinos es pobre, eso significa que 12.000.000 de argentinos no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos y esto duele en lo más profundo, más aun cuando debemos tolerar que “monigotes” (acepción del Diccionario de la R.A.E.: Persona sin carácter, que se deja manejar por otros) del poder sostengan que perseguimos la “soberanía alimentaria”.
El gobierno sostiene que no duda en elegir a los pobres como motivadores de su accionar, en virtud de esto, pienso, que sería más provechoso, en lugar de seguir metiéndole la mano en el bolsillo a distintos sectores económicos, reducir el IVA a una canasta de alimentos que vería bajar sus precios y quedarían al alcance de esos pobres por quienes se rasgan las vestiduras.
Es necesario que nuestro gobierno le ponga freno al desmesurado e inconducente gasto público y genere un ahorro que se derrame entre los menospreciados conciudadanos de menores recursos y a la vez morigere los índices de inflación que solamente logrará aumentar el numero de carenciados en un país que sus autoridades sostienen está en condiciones de alimentar a quinientos millones de personas.
Estoy convencido que la democracia “es el peor sistema excepto todos los demás” para lograr vivir en libertad debe ser equilibrada en la composición de su poder legislativo y que somos los ciudadanos los únicos capaces de dotarla de tal condición mediante el VOTO.
Por eso nuestro sistema constitucional es sabio dándonos la posibilidad cada dos años de renovar nuestras cámaras legislativas dotándolas de, entre otras cosas, de equilibrio que mejorará nuestra participación en la DEMOCRACIA.
Les prometo brindarles datos que demostrarán como gasta el gobierno nuestros, repito, NUESTROS, recursos los de todos, incluidos los pobres por los que se sostiene estar dispuestos a dar la vida.
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